miércoles, 10 de octubre de 2007

TODOS JUGAMOS










Jugábamos de pequeños a ser mayores. A imitar a papá cuando llega del trabajo y a coger los vestidos, zapatos y collares de mamá para, por un rato, ser ella. Jugábamos con cualquier cosa. El hueco de detrás del sofá era el escondite perfecto y la despensa la casa perfecta en cualquier juego. Cualquier cosa… los charcos de la calle, pasar debajo de las goteras de los canalones de las casas viejas mojándote lo menos posible. La bata del colegio era una estupenda capa de princesa o de rey. Las papeleras del recreo se convertían al instante en el comodín del juego del pilla-pilla. “¡Casa!” gritabas y nadie podía cogerte entonces. Y por no hablar de los juguetes. Si con cualquier objeto de la calle o de tu casa podías pasar largo rato jugando… con los juguetes de verdad, la diversión era para largo tiempo. El juego más inesperado que un día traía cualquier niño del cole a la clase era, al momento, el juguete de moda que todos los niños pedían a sus padres. Y la lista sigue.

Después venía la época de las consolas, aquellos mazacotes que ocupaban la mitad del mueble grande del salón. Luego los ordenadores. La Play y el último juego de la DS son ahora los juegos preferidos de los niños sin duda los niños de ahora juegan de otra manera, pero también juegan.

Y nosotros seguimos jugando. Nos encanta, igual que a ellos, echar de vez en cuanto una partidita a la play. Juegas con tu mascota. Una buena mano de mus con los amigos o cualquier otra tontería que nos hace pasar, en un momento dado un rato divertido, lo que se busca en definitiva con los juegos. Todos jugamos.


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