sábado, 12 de enero de 2008

FINBARR O'REILLY

Fibarr O’Reilly es de nacionalidad británica y canadiense. Comenzó como periodista en periódicos nacionales de Canadá en 1998. Se fue de América del Norte en 2001 para unirse a la agencia Reuters como corresponsal en Kinshasa, en el Congo. Pasó dos años descubriendo África Central: Los Grandes Lagos desde la región de Kinshasa hasta Kigali, Rwanda.

Ha recibido un Premio canadiense a la Excelencia en Periodismo por un artículo sobre Rwanda. También fue productor asociado de los Fantasmas de Lomako, una película documental de el Congo que ganó una medalla de oro en el New York International Film & TV Festival.

Desde 2005 se estableció como fotógrafo para Reuters en África Central. Su sede se encuentra en Dakar, Senegal.

En 2006 fue galardonado con el primer premio del World Press Photo por su instantánea de sobre el hambre en Níger, en la que la mano de un niño tapa los labios de su madre en un emocionante primer plano.

Entre otros premios se incluye una mención honorífica en 2005 del premio NPPA por un retrato de una niña refugiada de Darfur y el primer premio en el reportaje PX3 en 2007 para el centro de poliomelitis de Kinshasa.


TRABAJOS PUBLICADOS

O’Reilly trabaja para la Agencia Reuters desde 2005. Tiene su sede de trabajo en Senegal. Desde allí realiza numerosos reportajes tanto fotográficos como escritos para la agencia. A pesar de trabajar en las regiones de África Central, Finbarr escribe artículos que describen sus fotos, los trabajos más recientes, de este año 2007 están publicados en la página web que la agencia dedica a sus fotógrafos: http://blogs.reuters.com/photo/2007/10/30/ambushed-by-the-taliban-in-afghanistan/.

Algunos de estos títulos son:

EMBOSCADA DE LOS TALIBANES

Este artículo aunque ha sido publicado en el blog con fecha del 23 de octubre de 2007, describe las impresiones del fotógrafo durante una emboscada de los talibanes en Afganistán alrededor de 1998. O’Reilly está situado junto a las tropas canadienses muy cerca de la línea de fuego. La mayor reflexión que me queda responde a la pregunta que le hacen al autor: ¿merece la pena correr este riego por tomar unas cuantas instantáneas? Él contesta que igual que los soldados deben acudir allí cada día a riesgo de ser heridos o algo peor y no quedan alternativas porque es su trabajo ocurre lo mismo con los fotógrafos.
Lo que más me gusta de este artículo es que las imágenes, que fueron portada de algunos diarios nacionales canadienses para los que trabajaba O’Reilly, muestran el peligro desde muy cerca sin incurrir en detalles escabrosos como ocurre habitualmente cuando se tratan este tipo de conflictos.


La calidad de las fotos no sobresale precisamente en este trabajo, sin embargo son unas fotos cautivadoras porque están hechas en el momento del ataque (Finbarr no va buscando las consecuencias de la masacre, una vez que el peligro inminente ha pasado, como a menudo ocurre en esta serie de conflictos). A pesar de ello, son fotos reveladoras, igual que alguna otra tomada con horas de preparación y que sigue perfectamente alguna regla de la composición para ser totalmente estética.

ACCIDENTE DE KENYA ARWAYS EN MAYO DE 2007

O`Really relata en este caso la experiencia propia, lo que siente él como fotógrafo cuando tiene que acercarse al lugar del accidente y fotografiar lo ocurrido. Me parece interesante, y hago mención a este artículo en concreto porque a través de sus palabras nos hacemos cargo de lo que la persona que dispara la cámara siente en el momento de hacer las fotografías. Nosotros podemos ver y analizar el trabajo desde el punto de vista del espectador, en la TV o en el ordenador pero las emociones, sentimientos o reflexiones que se le platean a quien se encarga de hacernos llegar esas impresiones solo podemos conocerlas a través de trabajos como este: http://www.alertnet.org/thenews/newsdesk/L12262722.htm

“El olor nos golpeó primero. El olor del combustible derramado y la descomposición de los cuerpos tras varios días de búsquedas debido al infernal calor tropical”.


OTROS TRABAJOS

Al contrario de lo que he expresado anteriormente, fuera de la presión de un conflicto, este fotógrafo realiza bellísimas fotos desde su lugar de trabajo en África Central.




En esta fotografía podemos observar a una mujer recogiendo algas en una isla de Tanzania. Se trata de una fotografía sencilla, donde la armonía de colores del fondo, la postura de la mujer y la cuerda nos llevan al centro de interés que son sus manos trabajando.




En este caso encontramos a una niña musulmana estudiando. Es fácil concentrarse en la expresión de su mirada, porque es la única parte del rostro que permanece a la vista.




FOTOGRAFÍA GANADORA DEL WORLD PRESS PHOTO EN 2006




El presidente del jurado, James Colton, se encargó de decir: "Esta imagen me capturó desde la primera vez que la vi, hace dos semanas. Ha permanecido en mi cabeza, incluso después de ver otras miles en el marco de la competición. Esta imagen lo tiene todo: belleza, horror y desesperación. Es simple, elegante y emocionante". Para Ángel Casaña, jefe de Fotografía de El Mundo, "el veredicto de este año ha premiado una foto inusual, bellísima, pero de poco predicamento en los medios tradionales. Muestra los ojos perdidos de una mujer refugiada en centro de alimentación en Níger y la pequeña mano de su bebé que le cubre la boca". Según Casaña, "como suele ocurrir con las fotos ganadoras de este concurso, esta imagen sirve para agitar los espíritus y recordarnos el mundo en que vivimos".

Me parece que estas tres palabras: simple, elegante y emocionante, describen los atributos que, desde mi punto de vista, tiene que tener una fotografía para ganar un concurso como este. La imagen fue captada por O’Reilly en Tahoua, al noroeste de Níger el 1 de agosto de 2005 e ilustra “a medias” el problema de la hambruna en el país dejando al espectador que imagine como continúa la instantánea y que reflexione sobre aquello que no ve.

martes, 8 de enero de 2008

¿PIENSAN LOS JÓVENES?

Autor: Jaime Nubiola
Profesor de FilosofíaUniversidad de Navarra
Fecha: 20 de noviembre de 2007
Publicado en: La Gaceta de los Negocios (Madrid)

La impresión prácticamente unánime de quienes convivimos a diario con jóvenes es que, en su mayor parte, han renunciado a pensar por su cuenta y riesgo. Por este motivo aspiro a que mis clases sean una invitación a pensar, aunque no siempre lo consiga. En este sentido, adopté hace algunos años como lema de mis cursos unas palabras de Ludwig Wittgenstein en el prólogo de sus Philosophical Investigations en las que afirmaba que "no querría con mi libro ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimularles a tener pensamientos propios".
Con toda seguridad este es el permanente ideal de todos los que nos dedicamos a la enseñanza, al menos en los niveles superiores. Sin embargo, la experiencia habitual nos muestra que la mayor parte de los jóvenes no desea tener pensamientos propios, porque están persuadidos de que eso genera problemas. "Quien piensa se raya" -dicen en su jerga-, o al menos corre el peligro de rayarse y, por consiguiente, de distanciarse de los demás. Muchos recuerdan incluso que en las ocasiones en que se propusieron pensar experimentaron el sufrimiento o la soledad y están ahora escarmentados. No merece la pena pensar -vienen a decir- si requiere tanto esfuerzo, causa angustia y, a fin de cuentas, separa de los demás. Más vale vivir al día, divertirse lo que uno pueda y ya está.
En consonancia con esta actitud, el estilo de vida juvenil es notoriamente superficial y efímero; es enemigo de todo compromiso. Los jóvenes no quieren pensar porque el pensamiento -por ejemplo, sobre las graves injusticias que atraviesan nuestra cultura- exige siempre una respuesta personal, un compromiso que sólo en contadas ocasiones están dispuestos a asumir. No queda ya ni rastro de aquellos ingenuos ideales de la revolución sesentayochista de sus padres y de los mayores de cincuenta años. "Ni quiero una chaqueta para toda la vida -escribía una valiosa estudiante de Comunicación en su blog- ni quiero un mueble para toda la vida, ni nada para toda la vida. Ahora mismo decir toda la vida me parece decir demasiado. Si esto sólo me pasa a mí, el problema es mío. Pero si este es un sentimiento generalizado tenemos un nuevo problema en la sociedad que se refleja en cada una de nuestras acciones. No queremos compromiso con absolutamente nada. Consumimos relaciones de calada en calada, decimos "te quiero" demasiado rápido: la primera discusión y enseguida la relación ha terminado. Nos da miedo comprometernos, nos da miedo la responsabilidad de tener que cuidar a alguien de por vida, por no hablar de querer para toda la vida".
El temor al compromiso de toda una generación que se refugia en la superficialidad, me parece algo tremendamente peligroso. No puede menos que venir a la memoria el lúcido análisis de Hannah Arendt sobre el mal. En una carta de marzo de 1952 a su maestro Karl Jaspers escribía que "el mal radical tiene que ver de alguna manera con el hacer que los seres humanos sean superfluos en cuanto seres humanos". Esto sucede -explicaba Arendt- cuando queda eliminada toda espontaneidad, cuando los individuos concretos y su capacidad creativa de pensar resultan superfluos. Superficialidad y superfluidad -añado yo- vienen a ser en última instancia lo mismo: quienes desean vivir sólo superficialmente acaban llevando una vida del todo superflua, una vida que está de más y que, por eso mismo, resulta a la larga nociva, insatisfactoria e inhumana.
De hecho, puede decirse sin cargar para nada las tintas que la mayoría de los universitarios de hoy en día se consideran realmente superfluos tanto en el ámbito intelectual como en un nivel más personal. No piensan que su papel trascienda mucho más allá de lograr unos grados académicos para perpetuar quizás el estatus social de sus progenitores. No les interesa la política, ni leen los periódicos salvo las crónicas deportivas, los anuncios de espectáculos y algunos cotilleos. Pensar es peligroso, dicen, y se conforman con divertirse. Comprometerse es arriesgado y se conforman en lo afectivo con las relaciones líquidas de las que con tanto éxito ha escrito Zygmunt Bauman.
Resulta muy peligroso -para cada uno y para la sociedad en general- que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.
Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos -como aspiraba Wittgenstein- a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar.












viernes, 28 de diciembre de 2007

RETRATOS

Santiago Salazar Cubero imparte clases desde hace varios años como profesor adjunto de la asignatura de Técnicas de Locución de la Facultad de Comunicación.
Anteriormente fue locutor de Radio Nacional y presentador de informativos de Canal 4 Navarra en sus inicios.



jueves, 27 de diciembre de 2007

RETRATOS








Mi hermana Ainara sabe que me desquicia y se aprovecha. Será la confianza. Me gusta su expresión y por eso quiero hacerle unas cuantas fotografías para la práctica de retratos. Primero convencerle para que me de su valiosísimo tiempo… Y luego: quejas. “Pues me tendrás que hacer reír, porque yo sola, no me río”, me dice. Pero eso es fácil cuatro anécdotas de la familia y 5 historietas de sus amigas, no puede parar de reír.

“¿Indiferente?” me mira como pensando que hago cosas raras. Y le contesto: “Piensa que estás viendo la tele, cualquier bobada”. Quince segundos después, está mirando a las musarañas con cara de “nada”. Esa ha sido fácil.

“¿Y ahora triste?” Se extraña… “no soy actriz”. Qué irónica se pone. Al contrario de lo que yo creía y por la experiencia de otros compañeros como Miren, ha resultado fácil. Que facilidad tiene para cambiar de registro… por eso sabía que ella iba a ayudarme mucho sin darse cuenta para hacer esta práctica.

sábado, 22 de diciembre de 2007

REFLEJOS








Creí que pensar en frío algo que tenga que ver con los reflejos era muy complicado… Algo que no esté fotografiado, que sea original, que de esa apariencia de sueño, de realidad mezclada con irrealidad… que complicado. Aunque pensándolo bien eso de jugar con lo real e irreal, crear esa apariencia de sueño… o de pesadilla, imaginación, ilusión… quizá no esté tan mal.

Así que manos a la obra, algunas velas, un espejo y cuatro cambios de sitio de los objetos en la estantería después resultó ser algo divertido. Eso de pedir ayuda a los que están por casa… tú sujeta esta luz aquí, tú pon esta sábana allí…

Medio carrete de fotos después y mil pruebas fallidas, opto por salir a probar suerte en la calle. Algún puente en el río, algún charco… No me gusta Pamplona cuando se nubla (algo que sucede muy a menudo), porque las fotos pierden ese toque alegre y optimista que otorga la luz. Aunque en este caso… para usarlo en alguna foto con ese toque de pesadilla o de película de terror del que habla igual me viene bien.

En la misma sesión de retratos en la que fotografié al profesor Salazar durante una práctica de la asignatura Técnicas de Locución, aproveché a usar el cristal del estudio de grabación de la radio.

Me ha resultado interesante esta práctica sobre todo por ser algo distinta al resto.